ETAPA 3 | TRAMO 1 | DÍAS 83 Y 84.
«La costa de los mosquitos», de Paul Theroux, es la novela que más me ha gustado entre las que leí en mi vida. El capítulo jamás escrito, es el que vivimos estos últimos tres días con Diego Dorsch, un amigo argentino que está varado en el Parque Nacional Morrocoy con su camioneta «La Vagabunda», que vendría a representar al «Niño Gordo» de aquel libro.
Nos dimos el gusto de viajar a dedo hasta Chichiriviche. Entre aguas transparentes y palmeras, arena fina y manglares, no pudimos sin embargo dejar de recordar que han muerto 27 venezolanos en las violentas jornadas que se sucedieron desde que entré a este país.
Hoy me despedí de mi amigo, hasta la vista, llegué a Valencia y voy hacia Maracay, dos ciudades convulsionadas por conocer en este Camino a Veritvania.
Amanece y es mi cumpleaños!!!
La vida quiso que sea en una finca rural en Tocuyito, Valencia, Venezuela.
ETAPA 3 | TRAMO 1 | DÍAS 85, 86 Y 87.
Cuando estaba llegando a Valencia recibí un mensaje de Deyrisbel invitándome a quedarme en la finca de su hermana en Tocuyito, en una zona rural a 20 km de la ciudad. Sin dudarlo acepté y me pasó a recoger. En estos días de incertidumbre, las áreas urbanas de todo Venezuela se tornaron inseguras y la finca fue un buen refugio.
La comida de campo tiene un sabor especial. La satisfacción que da el ver cómo con esfuerzo y dedicación no hay escasez, es grande en el contexto que acá se vive. Por eso estoy más que agradecido a Deyaniris y Alexis, los dueños de la casa. Haber pasado mi cumpleaños en paz y con cariño, fue un hermoso regalo de esta mi gente.
Hoy llego a Maracay, donde varios amigos me esperan. El viaje sigue invariablemente variable, y enriquecedor. Gracias a quienes ayudan a mi paso. En cada diferencia de contexto encuentro sabiduría en este Camino a Veritvania.
ETAPA 3 | TRAMO 1 | DÍAS 88, 89 Y 90
El encuentro veritvano en Playa Aroa de Choroní, Venezuela, fue hermoso!
Fueron tres días donde el río Aroa llega al Mar Caribe, acampando lejos de la gente, cocinando y compartiendo.
Fuimos 20 los que llegamos, tras dos horas de sendero por las montañas, a un lugar al que no llega la electricidad, ni internet, ni los carros, ni el turismo. Por eso, tuvimos paz en medio de un paraíso solitario.
Es increíble que tanta gente habite en lugares inhumanos y uno así, esté tan vacío, pensé.
Nathaly, que vino desde Caracas con su grupo; Roger Alejandro y su familia que me hospeda, Lizandro y los amigos de Maracay; Gustavo, que es otro amigo argentino que anda por acá, (parece que casi todos los extranjeros que andamos por Venezuela en estos momentos somos argentinos) y Deyrisbel, que vino desde Valencia, fuimos parte del encuentro.
Viajar nunca es una cuestión de dinero. El otro lado de la crisis es éste: Gastamos dos dólares por persona.
Volver a la realidad después de tres días de playa no será fácil. Al menos desconectarse estuvo más que bien, en esta parte del Camino a Veritvania.